Aaron Ballesteros
No obstante estar inmersos en una sociedad post industrial con sistemas educativos para una sociedad industrial, es impresionante ver que el feudalismo intelectual se mantiene; entendiendo como feudalismo intelectual a las posiciones de los más destacados representantes de la educación para la sociedad industrial, a quienes todavía denominan intelectuales, que consideran que la educación recibida por ellos, es la que se debe mantener, porque permitía un equilibrio y paz social mejor que ahora y que la pérdida de valores ha traído como consecuencia lo que hoy nos toca vivir; la falta de respeto, la inmoralidad, la corrupción y demás flagelos de la sociedad actual; como si la miseria humana no hubiera existido desde los albores de la humanidad. Para mala suerte de los países de América del Sur y para suerte de los países del primer mundo, estos intelectuales son los que manejan la mayoría de universidades y son los que están a cargo de las organizaciones que rigen las actividades educativas como los ministerios de educación y los consejos de educación que vienen a ser los que proponen el futuro de la educación.
Aparentemente, las disciplinas que menos han cambiado son el arte y las letras, así, cualquier ciudadano del siglo XIX y XX que haya sido prolijo en aprender y memorizar la historia, la geografía, literatura y utilizar la expresión manual escrita con mucho énfasis en la correcta caligrafía y ortografía, tiene las características que todo intelectual debe poseer. Si a estas características, se añade la descripción ordenada sobre algún tema plasmado en algún libro, con un mayor grado de dificultad al ser leído y sobre todo comprendido, un ilustrado puede ser considerado como un intelectual, aunque su contribución al conocimiento no sea significativa. Como en toda actividad, siempre hay excepciones y existen muy pocos intelectuales cuya contribución al saber humano ha sido notable y son los primeros en generar espacios de discusión y cambio, pero lamentablemente son muy pocos.
El feudalismo intelectual no nace en la era industrial solo se ha consolidado. Es posible que no todos sepan, en la antigüedad el conocimiento explicito debía ser codificado para que cualquier lego si tuviera en su poder dicho documento, no lo pudiera entender, era una forma de preservar para el clan de ilustrados, lo que obtenerlo costaba y eran los reyes y feudales los que propiciaban la investigación en beneficio directo de ellos. La costumbre de codificar lo que se escribía cada vez fue perdiendo terreno, entonces comenzaron a expresarse a través de un lenguaje cada vez mas alejado al significado del diccionario y mas cercano a su significado filosófico, una muestra de ello es la obra de Felipe Engels, “Anti During” o la misma obra de Marx, “El Capital”, que requiere mucho conocimiento de otras disciplinas para entenderlo y eran los intelectuales los que debían hacerlo e interpretar para la plebe, creándose inclusive corrientes de pensamiento distintas entre sí con adeptos que entendían de acuerdo a los que les interesaba.
Lo anterior solo es una muestra del poder de la información que una vez incorporada en el individuo, significaba conocimiento mucho más poderoso que la información que requiere previamente ser explicada, por lo tanto, la necesaria participación de un intérprete. Posiblemente la aparición de las universidades fue para compartir información universal y en base a ella generar conocimiento para ostentar el poder.
Este esquema de generación de poder no ha cambiado mucho en nuestros días, la diferencia es que la obsolescencia del conocimiento es cada día más rápida, que ha declarado a la comunidad académica y empresarial en estado de obsolescencia permanente y la manera más fácil de mantenerla es conservando los esquemas tradicionales de investigación a cargo de connotados científicos sociales, quienes han convertido a las universidades en feudos intelectuales de lo vetusto.
Es tan evidente la existencia de los feudos intelectuales, que la mayoría de universidades de América del Sur, no han planteado alguna teoría importante en los últimos cuarenta años y que haya tenido impacto a nivel del planeta y la disculpa sigue siendo la misma, no hay recursos para la investigación como lo tienen los países del primer mundo, insinuando que ellos trabajan ad honoren o que se requiere tecnología marciana para llevar a cabo las investigaciones, realizar las pruebas o verificar las mismas. Sin embargo, cada día salen a los medios de comunicación a explicar, el calentamiento global, la inflación, el origen de los sismos y cosas triviales más cercanos a la ignorancia cavernaria.
El feudalismo intelectual, todavía se mantiene en algunas naciones porque no se han planteado retos como en su momento fueron la bomba atómica, el viaje a la luna y muchos otros que ya lo vivimos y parecen tan naturales en su evolución como la globalización. Podemos afirmar que el feudalismo intelectual, solo sirve para explicar lo conocido y no para explicar lo desconocido que sabemos que existe pero no sabemos por qué o para qué y como podemos aprovechar su comprensión en nuestra vida cotidiana.
Los feudales intelectuales más dañinos son aquellos que por temor a desaparecer de escena, impiden la generación sistemática de conocimiento mediante la manipulación de los principales actores académicos a quienes les orientan en la investigación de temas físicos, matemáticos, tecnológicos o sociales cuya aplicación real esta alejado del investigador, de la sociedad en la que vive y que sólo servirá como un ejercicio mental como medio para alcanzar un grado académico y cuyo informe tal vez nadie utilice.
Lo más peligroso de los feudales intelectuales, es haber convencido a todos los actores académicos y sociales que la investigación científica requiere muchos recursos económicos, lo cual es cierto, sin embargo, mediante alianzas estratégicas o actividades complementarias se podría conseguir recursos y no solo solicitar al erario nacional mayores presupuestos para realizar investigación que a nadie le interese y no tenga impacto en la sociedad, actuando fielmente a la sobreeducación recibida que no les permite crear alianzas con interesados en alguna determinada investigación que podría ser inclusive el propio Estado para mejorar su estructura y organización, por lo tanto, se investiga sin dirección y sobre temas intrascendentes.
En los países desarrollados ocurre algo similar, los feudales intelectuales solo se han limitado a consolidar la educación del siglo XX, enseñando las teorías vetustas, esto está generando, que la investigación aplicada, se este mudado fuera de la universidad, a instituciones privadas con intereses comerciales relacionadas con la biotecnología, las comunicaciones, la microelectrónica, medicina, entre otras y en algunos países desarrollados, el negocio bélico es un impulsor casi natural del desarrollo de la ciencia y la tecnología.
sábado, 14 de marzo de 2009
viernes, 13 de marzo de 2009
CASO UNIVERSIDAD NACIONAL DEL CENTRO DEL PERÚ
La Alegría nace de la Justicia y la Justicia nace del bienestar de todos.
El mundo es ancho y ajeno, Ciro Alegría.
Falta muy poco para la sentencia del ex dictador Alberto Kenya Fujimori por casos de violaciones a derechos humanos cometidos durante su reina de terror. Los casos por los que se le acusa son Barrios Altos y La Cantuta y el secuestro de dos personas. Pero sabemos que estos casos que fueron los únicos actos de violaciones de DD.HH. durante su mandato, son solamente los más conocidos. Por ejemplo están los casos: Familia Ventosilla, alumnos de la Universidad del Callao, Universidad del Santa entre otros. Pero es la Universidad Nacional del Centro del Perú la que ha sufrido más durante la tiranía de Fujimori y compañía. El número de víctimas que se registra en esta casa de estudios es superior a cualquier otra: según el informe final de la CVR son casi cien (100) las víctimas.
QUÉ PASÓ EN LA UNCP
A finales de los 80 las universidades peruanas estuvieron fuertemente politizadas. Grupos de izquierda “competían” por el control de éstas. Por el lado del estado la represión a los estudiantes estuvo a la orden del día. Desde los ingresos ilegales por parte de la policía y los militares durante el primer régimen de García hasta la intervención de las mismas mediante la instalación de Bases militares, ya en la década del 90. Así se mezcla un fuerte activismo estudiantil con una respuesta muy agresiva por parte del Estado. Pero esta respuesta no se quedó en las acciones anteriormente mencionadas sino que hubo otros medios para “acabar” con la actividad política al interior de las universidades, como las desapariciones forzadas, asesinatos, torturas, amenazas, etc. Asimismo es conocida la participación de grupos paramilitares.
El centro del país ni su Universidad fueron ajenos a estos flagelos. Pero nosotros sí podemos decir, apuntando con el dedo acusador, quiénes fueron los responsables de tanta barbarie: ésos son Fujimori y su cúpula corrupta y genocida, y por supuesto están también García y los búfalos.
En el caso de la UNCP las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales se iniciaron como una ola, como un temporal. A mediados del año 1990 dos crímenes sacudirían Huancayo y el ámbito universitario nacional: el 8 de junio serían secuestrados el vice-rector de la UNCP, Jaime Cerrón Palomino, y su chofer, Armando Tapia; días después aparecerían sus cuerpos, con señales de tortura y con tiros en varias partes del cuerpo. Este sería el hito, el inicio de una demencial matanza. A mediados del mes de setiembre se registrarían 5 asesinatos más, ya estábamos en el gobierno de Fujimori. En octubre otros tres casos. Y, en los meses de noviembre y diciembre uno en cada mes. En total ese año hubo 12 asesinatos a integrantes de la Universidad Nacional del Centro del Perú.
Nunca la universidad había sido tan golpeada (claro que los ingresos policiales y militares eran comunes, pero algo de esa magnitud nunca). Pero ya dijimos: esto recién empezaba. En el año de 1991 registra el informe final de la CVR un muerto, pero el número de desaparecidos fue de 7, sumados a los otros 7 desaparecidos del año anterior, es decir de año 90.
El año de 1992 nuevamente el terrorismo estatal haría de las suyas en esta casa superior de estudios. Son 25 los casos registrados por el Informe Final de la CVR por Ejecuciones Extrajudiciales (asesinatos) cometidos por fuerzas militares o paramilitares. 11 desapariciones completan esta macabra cifra. Esta nueva ola de asesinatos y secuestros comienza en el mes de setiembre, es decir después del autogolpe de estado y cuando Fujimori gobernaba en el Perú como si fuese su chacra.
El año 93 sería solamente un apéndice de toda esta barbarie. Los asesinados fueron 2 y los desaparecidos 5.
El Informe Final llega a la conclusión que estos crímenes fueron cometidos por militares y grupos paramilitares por la forma de actuar en los secuestros y de los asesinatos: la mayoría de los muertos presentaba signos de tortura y muerte por traumatismo encéfalo craneano grave resultado de la perforación de bala; y en los desaparecidos éstos después de seguimientos eran sacados de sus casas o detenidos en la vía pública por sujetos encapuchados, con porte militar y en algunos casos con el mismo uniforme del ejército.
Este genocidio sistemático y organizado vino bajo directivas de los más altos mandos de poder del Estado. Fueron Fujimori y su cúpula quienes dieron las órdenes para proceder con tal saña y salvajismo. Es por eso curioso que este caso no haya sido uno de los muchos crímenes por los que se le imputa y por los que se le extraditó.
GRUPOS PARAMILITARES EN LA UNCP
En los casos de Barrios Altos y La Cantuta los autores de los atentados fueron miembros del grupo paramilitar Colina; pero no solamente en estos casos Colina tuvo participación. Existen indicios de que Colina también haya actuado en Huancayo y en especial en la UNCP, ya que algunos de sus miembros estuvieron destacados en esta zona a inicios de la década del 90. Y, la forma en que actuaban demuestra que era una organización “especializada” la que actuaba, con recursos y materiales no comunes a la población. Además, que las víctimas, al igual que en los casos de Barrios Altos y La Cantuta, eran supuestos “terroristas”. Como se ve existen muchas similitudes entre unos y otros casos.
Asimismo, éste no sería el único grupo paramilitar que haya tenido acciones en la región central del país sino también Rodrigo Franco durante el primer gobierno aprista y otros grupos o destacamentos de aniquilamiento más.
AÚN FALTA LA VERDAD
Los casos registrados en el informe Final de la CVR registran un aproximado de cien casos pero no son todos. El mismo informe señala que esos casos son los “conocidos”; según otras fuentes el número de víctimas ascendería a la escalofriante cifra de más 300. Es muy probable ya que muchas de las víctimas provenían de lugares distintos a Huancayo o Junín, los familiares en la gran mayoría de casos no denunciaron los delitos por temor a las amenazas que lanzaban los criminales amparándose en todo el poder que poseían.
Para que realmente haya una reconciliación es necesario primero saber la Verdad, esto implica estudios, investigaciones, que faltan hacer en este caso, UNCP, como en otros muchos más tanto bajo el gobierno de Fujimori, de García y de Belaúnde. La verdad, es una y es objetiva, no una verdad a medias de la cual nacerá la Justicia.
José Eduardo B. Gutarra
Huancayo, 11 de marzo de 2009.
El mundo es ancho y ajeno, Ciro Alegría.
Falta muy poco para la sentencia del ex dictador Alberto Kenya Fujimori por casos de violaciones a derechos humanos cometidos durante su reina de terror. Los casos por los que se le acusa son Barrios Altos y La Cantuta y el secuestro de dos personas. Pero sabemos que estos casos que fueron los únicos actos de violaciones de DD.HH. durante su mandato, son solamente los más conocidos. Por ejemplo están los casos: Familia Ventosilla, alumnos de la Universidad del Callao, Universidad del Santa entre otros. Pero es la Universidad Nacional del Centro del Perú la que ha sufrido más durante la tiranía de Fujimori y compañía. El número de víctimas que se registra en esta casa de estudios es superior a cualquier otra: según el informe final de la CVR son casi cien (100) las víctimas.
QUÉ PASÓ EN LA UNCP
A finales de los 80 las universidades peruanas estuvieron fuertemente politizadas. Grupos de izquierda “competían” por el control de éstas. Por el lado del estado la represión a los estudiantes estuvo a la orden del día. Desde los ingresos ilegales por parte de la policía y los militares durante el primer régimen de García hasta la intervención de las mismas mediante la instalación de Bases militares, ya en la década del 90. Así se mezcla un fuerte activismo estudiantil con una respuesta muy agresiva por parte del Estado. Pero esta respuesta no se quedó en las acciones anteriormente mencionadas sino que hubo otros medios para “acabar” con la actividad política al interior de las universidades, como las desapariciones forzadas, asesinatos, torturas, amenazas, etc. Asimismo es conocida la participación de grupos paramilitares.
El centro del país ni su Universidad fueron ajenos a estos flagelos. Pero nosotros sí podemos decir, apuntando con el dedo acusador, quiénes fueron los responsables de tanta barbarie: ésos son Fujimori y su cúpula corrupta y genocida, y por supuesto están también García y los búfalos.
En el caso de la UNCP las desapariciones y ejecuciones extrajudiciales se iniciaron como una ola, como un temporal. A mediados del año 1990 dos crímenes sacudirían Huancayo y el ámbito universitario nacional: el 8 de junio serían secuestrados el vice-rector de la UNCP, Jaime Cerrón Palomino, y su chofer, Armando Tapia; días después aparecerían sus cuerpos, con señales de tortura y con tiros en varias partes del cuerpo. Este sería el hito, el inicio de una demencial matanza. A mediados del mes de setiembre se registrarían 5 asesinatos más, ya estábamos en el gobierno de Fujimori. En octubre otros tres casos. Y, en los meses de noviembre y diciembre uno en cada mes. En total ese año hubo 12 asesinatos a integrantes de la Universidad Nacional del Centro del Perú.
Nunca la universidad había sido tan golpeada (claro que los ingresos policiales y militares eran comunes, pero algo de esa magnitud nunca). Pero ya dijimos: esto recién empezaba. En el año de 1991 registra el informe final de la CVR un muerto, pero el número de desaparecidos fue de 7, sumados a los otros 7 desaparecidos del año anterior, es decir de año 90.
El año de 1992 nuevamente el terrorismo estatal haría de las suyas en esta casa superior de estudios. Son 25 los casos registrados por el Informe Final de la CVR por Ejecuciones Extrajudiciales (asesinatos) cometidos por fuerzas militares o paramilitares. 11 desapariciones completan esta macabra cifra. Esta nueva ola de asesinatos y secuestros comienza en el mes de setiembre, es decir después del autogolpe de estado y cuando Fujimori gobernaba en el Perú como si fuese su chacra.
El año 93 sería solamente un apéndice de toda esta barbarie. Los asesinados fueron 2 y los desaparecidos 5.
El Informe Final llega a la conclusión que estos crímenes fueron cometidos por militares y grupos paramilitares por la forma de actuar en los secuestros y de los asesinatos: la mayoría de los muertos presentaba signos de tortura y muerte por traumatismo encéfalo craneano grave resultado de la perforación de bala; y en los desaparecidos éstos después de seguimientos eran sacados de sus casas o detenidos en la vía pública por sujetos encapuchados, con porte militar y en algunos casos con el mismo uniforme del ejército.
Este genocidio sistemático y organizado vino bajo directivas de los más altos mandos de poder del Estado. Fueron Fujimori y su cúpula quienes dieron las órdenes para proceder con tal saña y salvajismo. Es por eso curioso que este caso no haya sido uno de los muchos crímenes por los que se le imputa y por los que se le extraditó.
GRUPOS PARAMILITARES EN LA UNCP
En los casos de Barrios Altos y La Cantuta los autores de los atentados fueron miembros del grupo paramilitar Colina; pero no solamente en estos casos Colina tuvo participación. Existen indicios de que Colina también haya actuado en Huancayo y en especial en la UNCP, ya que algunos de sus miembros estuvieron destacados en esta zona a inicios de la década del 90. Y, la forma en que actuaban demuestra que era una organización “especializada” la que actuaba, con recursos y materiales no comunes a la población. Además, que las víctimas, al igual que en los casos de Barrios Altos y La Cantuta, eran supuestos “terroristas”. Como se ve existen muchas similitudes entre unos y otros casos.
Asimismo, éste no sería el único grupo paramilitar que haya tenido acciones en la región central del país sino también Rodrigo Franco durante el primer gobierno aprista y otros grupos o destacamentos de aniquilamiento más.
AÚN FALTA LA VERDAD
Los casos registrados en el informe Final de la CVR registran un aproximado de cien casos pero no son todos. El mismo informe señala que esos casos son los “conocidos”; según otras fuentes el número de víctimas ascendería a la escalofriante cifra de más 300. Es muy probable ya que muchas de las víctimas provenían de lugares distintos a Huancayo o Junín, los familiares en la gran mayoría de casos no denunciaron los delitos por temor a las amenazas que lanzaban los criminales amparándose en todo el poder que poseían.
Para que realmente haya una reconciliación es necesario primero saber la Verdad, esto implica estudios, investigaciones, que faltan hacer en este caso, UNCP, como en otros muchos más tanto bajo el gobierno de Fujimori, de García y de Belaúnde. La verdad, es una y es objetiva, no una verdad a medias de la cual nacerá la Justicia.
José Eduardo B. Gutarra
Huancayo, 11 de marzo de 2009.
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