lunes, 15 de marzo de 2010

Un debate muy interesante acerca de la democracia en el Perú

El nuevo pensamiento conservador
Por Alberto Adrianzén (*)

Hasta hace una semana mantenía con Martín Tanaka una polémica, creo, alturada. Incluso Martín tuvo la gentiliza de enviarme un extenso artículo de réplica. Le agradecí y prometí contestarle; pero viajes y trabajos, como ocurre siempre, me lo han impedido. Sin embargo, en estos días, otras personas han decidido participar en el debate y, en algunos casos, de manera bastante agresiva. Uno de ellos es Alberto Vergara, politólogo y profesor universitario, quien en un artículo publicado en este suplemento (“Si el régimen político no es de izquierda, no es democrático”) nos acusa a Nicolás Lynch y a quien escribe, entre otros puntos, de ser intocables y, además, de izquierdistas y “humalistas”.

Recuerdo como si fuera ayer mi última conversación con Pancho Aricó en Buenos Aires, pocos meses antes de que un cáncer se lo llevara para siempre en 1991. Estábamos los dos en su biblioteca conversando y en un momento le pregunté: “¿Pancho, sigues siendo socialista?”. Pancho miró los libros y me dijo: “Estoy muy viejo para cambiar”. Por eso mi respuesta tiene un contexto y una atalaya (un lugar) que espero y aspiro –sé que es muy difícil– sea similar a aquella desde la cual Pancho solía mirar el mundo. Por lo tanto, es una respuesta de parte. Así que no tengo el menor interés de destacar académicamente y menos parapetarme en los claustros universitarios para desde ahí pontificar y decidir quién vive y quién muere en lo que podemos llamar los predios de la academia.

Me sorprende que Vergara me acuse de ser un poco fosforito porque “le increpo (a Martín Tanaka) ser un defensor del orden prevaleciente” . En un texto de mi autoría que publicó DESCO en julio del 2006 (pero que redacté en febrero de ese mismo año) y que lleva por título “Crisis de gobernabilidad o inicio de un nuevo ciclo político en América Latina”, decía lo siguiente: “No es mi interés discutir a profundidad las tesis de Martín Tanaka (me refiero a su libro “Democracia sin partidos, Perú 2000-2005”); sin embargo, me interesa señalar, más allá de la pertinencia de las tesis del autor, que estamos frente a una explicación que toma sus elementos centrales de lo que podríamos calificar como pensamiento conservador por su carácter poco (o anti) reformista” (p. 33). Tanaka nos plantea que hay que “proteger” a los actuales “partidos” limitando las reformas y restringiendo el acceso de nuevas formas de representació n al sistema político; yo creo, más bien, que hay que crear nuevas formas de representació n, porque las actuales están en franca decadencia, como hoy sucede en varios países andinos, incluyendo Colombia.

Por lo tanto, cuando califiqué hace un par de semanas a Tanaka como defensor del orden “prevaleciente” no lo hacía por primera vez, ni únicamente por sus críticas a mi libro. Decir que Tanaka expresa un pensamiento conservador no es una ofensa ni un artilugio polémico, más aún si lo he dicho hace cuatro años. Lo que sí es un artilugio polémico, con el único fin de desprestigiar a su oponente –creando para ello una suerte de monigote– es, justamente, lo que hace Vergara.

De otro lado, es un argumento falaz decir que uno afirma o sugiere que “si el régimen político no es de izquierda, no es democrático”. Por favor, más seriedad. En qué parte de mi reciente libro o en qué artículo digo o sugiero algo parecido. Eso sí que sería volver a los años 70. No suelo tener doble personalidad y menos tengo la manía de la repetición. Si creyese lo que dice Vergara, jamás hubiese participado en el gobierno de transición y menos apoyando al presidente Paniagua los años posteriores. Lo que pasa, sospecho, es que el concepto de democracia que manejan Vergara y sus amigos es bastante distinto al que yo manejo. Nicolás Lynch el martes pasado ha tratado brevemente este tema.

Vergara dice que “trapicheo” (la palabra es de mi crítico) con el “recuerdo de Paniagua”. Es decir, que hago un uso indebido del mismo. Si así fuera, hace tiempo, como muchos me reclaman, hubiese publicado un libro sobre Paniagua y el gobierno de transición. No lo he hecho por una simple razón: temo traicionar su memoria y hacer públicas cosas que él me decía en privado. Mi lealtad con el presidente Paniagua no acabó cuando dejó de existir; ahora que no está es, incluso, más fuerte.

Vergara afirma (o sugiere) que el concepto de refundación no es válido para analizar el gobierno de transición. Esta vez cito otra parte del texto de Paniagua del 2002: “Al nacer el nuevo milenio, vivía el Perú, sin duda alguna, una crisis global que exigía e impone aún un esfuerzo de refundación republicana”.

Quiero decirle a Vergara que contrariamente a lo que él cree, el concepto de “refundación” no es patrimonio de la izquierda. Luis Maira, socialista chileno y embajador de ese país en la Argentina, ha dicho hace pocos días en una entrevista para el diario Página 12, lo siguiente: “Hoy nos damos cuenta de que la dictadura militar logró muchas cosas. Una, sin duda, es la refundación de Chile, más moderno, más eficiente…” (1/3/10). En realidad, la refundación, como el populismo, puede ser de izquierda o de derecha. No es por lo tanto “propiedad” de Evo Morales o Rafael Correa. Eso fue, por ejemplo, lo que intentó Fujimori y que hoy está en cuestión.

Por eso el uso que hago del concepto de “refundación” no es “ideológico” sino que lo empleo como una herramienta teórica y analítica. Por otro lado, desde el momento que se habla de “refundación republicana” se establece una diferencia importante con los actuales procesos andinos. Dicho en otras palabras: es similar pero no es lo mismo. Lo que proponía Paniagua es, sin duda, totalmente opuesto a lo que hoy propone el presidente Hugo Chávez. Sostener que los quiero igualar es una manipulación.

También se equivoca Vergara cuando dice que el gobierno de transición no es refundacional porque no tocó el modelo neoliberal. Aquí lo que hay es una falta total de información y perspectiva. Le recomiendo a Vergara que lea el primer discurso del presidente Paniagua en el que plantea “renegociar la deuda externa”. Recuerdo que esa misma noche un joven economista e hijo de un amigo del Presidente visitó Palacio para decirnos que ese anuncio había generado alarma entre los inversionistas y en EEUU. Al día siguiente, y por recomendación del Presidente, salió en una radio Javier Silva Ruete para calmar los ánimos.

Pero eso no es todo: el gobierno de Paniagua encarceló e inició proceso a cientos de fujimoristas corruptos (empresarios, periodistas, ministros, parlamentarios, militares), algo inédito en el Perú y en A. Latina; acotó tributariamente a empresas transnacionales (medida a lo que se opusieron algunos futuros miembros del gobierno de Alejandro Toledo); impidió que Dionisio Romero se apropiara de los puertos; dejó una propuesta de reforma constitucional que incluía la posibilidad de una Asamblea Constituyente; elaboró un plan de lucha contra la corrupción; una propuesta de reforma de la administració n pública y de la educación, entre otros puntos. Por eso sostengo que el gobierno de Toledo, que tenía la legitimidad de las urnas, no traicionó la transición sino que más bien la “bloqueó” al no continuar con estas tareas. Sinceramente, creo que Alberto Vergara debería ser más riguroso (que no es lo mismo que objetivo) con el gobierno de transición.

Por último no considero que todo este debate sea solamente por unos libros escritos por Nicolás Lynch o por el autor de esta nota, que para Vergara, convertido en “juez”, son además mediocres. Sospecho que este debate guarda relación, más bien, con nuestro apoyo público a Ollanta Humala, pero además con diferencias de fondo en relación a preguntas sustantivas: cómo cambiamos este país, qué democracia y qué libertad queremos construir. Me temo que la propuesta de estos nuevos politólogos es conservadora porque creen que demasiadas reformas (o abrir el sistema político) nos conduce a la ingobernabilidad y acaso al autoritarismo. Por eso defienden el statu quo, y están contra Humala y los procesos de cambio en el mundo andino. Yo creo, como decía Riva Agüero, que en este país no hay mucho que conservar, por eso estoy por el cambio; salvo que se quiera terminar –como terminó Riva Agüero– en posiciones reaccionarias. Por eso prefiero la vida a los claustros universitarios; porque ahí está la política y no la “nueva politología”.

(*) albertoadrianzen. lamula.pe


Si el régimen político no es de izquierda, no es democrático (o el blues de los intocables)

Por Alberto Vergara (*)

Let’s sing another song, boys,
this one has grown old and bitter.

Leonard Cohen

Durante las últimas semanas, la página editorial de este periódico ha sido tribuna de un enconado debate entre varios de sus columnistas. Los involucrados han sido Alberto Adrianzén y Nicolás Lynch, en una esquina y, en la de enfrente, Martín Tanaka. El origen de la discusión está en los artículos de este último criticando moderadamente los libros que recientemente publicaron Lynch y Adrianzén. Pero las respuestas han sido agrias. Nicolás Lynch trató a Tanaka de “malagua” y le achacó una “epistemología de supermercado” . Adrianzén, menos fosforito, le increpó ser un defensor del orden social prevaleciente.

¿A qué se debe la vehemencia en las respuestas de Lynch y Adrianzén? Aunque son varios los temas que animan este debate, quisiera detenerme en dos aspectos especialmente pertinentes.

Primer punto: ¿el régimen democrático debe ser de izquierda? La pregunta puede sonar absurda pero no lo es ya que en los escritos de Lynch y Adrianzén tal ecuación es siempre sugerida. Permanentemente, mencionan que “Toledo frustra la transición” (Lynch, 9 de febrero). La frustración, desde luego, proviene de haber mantenido el régimen económico neoliberal. Debemos asumir, entonces, que para ellos en el Perú carecemos de una democracia ya que una transición frustrada, por definición, es una que no desembocó en el régimen democrático.

El argumento parece ser la versión contemporánea de uno que la izquierda solía utilizar en los ochenta. El movimiento popular y movilizado que había derrocado a la dictadura de Morales Bermúdez no encontró un espacio en el juego de las instituciones democráticas que se abrieron con la Asamblea Constituyente de 1978. Lo que se recuperó fueron “solamente” las dimensiones políticas de la ciudadanía (básicamente el derecho al voto) pero se dejaron de lado las dimensiones sociales y económicas. Así fue que Lynch bautizó a aquella transición como “conservadora” (Ver “La transición conservadora. Movimiento social y democracia en el Perú 1975-1978”. Lima, Ediciones El zorro de abajo, 1992). Tal era el desagrado con la institucionalidad surgida de aquella transición que la representació n izquierdista en la Asamblea Constituyente (¡un tercio!) se negó a suscribir la Constitución de 1979. Y posteriormente, de 1980 a 1985, solo tuvo palabras de desprecio para el gobierno de Acción Popular. Es por lo menos curioso que varios ex militantes de aquella izquierda hoy echen de menos la constitución que negaron y se deshagan en mimos nostálgicos hacia Valentín Paniagua, prominente líder de aquel gobierno que solo supieron insultar.

En fin, el argumento está de vuelta treinta años después: los ocho meses en que Valentín Paniagua fue presidente contenían el germen de una refundación republicana en la que no solo cambiaría el régimen político sino el modelo económico neoliberal (inseparable de la dictadura fujimorista) . Para avalar esta idea, Adrianzén (13 de febrero) cita unas frases de Paniagua en que, efectivamente, don Valentín alude a una refundación republicana… ¡pero nunca alude a deshacerse del modelo económico neoliberal! Debo confesar que me perpleja este trapicheo con el recuerdo de Paniagua. Según Adrianzén, “las ideas de Paniagua, en cierta forma, eran cercanas a las que se viven actualmente en los países andinos”. ¿Perdón? Paniagua, que estudió y defendió toda su vida el constitucionalismo y el imperio de la ley contra el militarismo y el caudillismo, ¿estaría entusiasmado con caudillos plebiscitarios que cambian las constituciones como les da la gana para perpetuarse en el poder?

Y luego llegan las “traiciones”. Según Lynch y Adrianzén, Toledo se burló del electorado pues olvidó sus promesas electorales del 2001. A ver, Toledo nunca fue ni nacionalista ni socialista. La idea de un Toledo traidor no tiene pies ni cabeza. Aquí les va una pista: Mario Vargas Llosa apoyó su candidatura el 2001. ¿De dónde sacaron, entonces, las esperanzas de que Toledo fuese un Humala avant la lettre? Más bien, creo que Tanaka tiene razón cuando afirma que estos intelectuales se han ido radicalizando en los últimos años, alejándose de posiciones socialdemócratas para terminar de groupies de un caudillo nacionalista. Y luego aparece la traición de García. Según Lynch (6 de febrero), García candidato había utilizado una retórica inflamada contra el TLC y finalmente traicionó ese discurso al moderarse y dar luz verde a dicho tratado. Pero esto es incorrecto. Quien se opuso abiertamente fue Humala. García, cínica y hábilmente, puso montones de reparos al TLC sin dejar en claro si lo firmaría o rechazaría. De hecho, esta fue una de las sinuosas estrategias por las cuales terminó estando a la derecha de Humala (que lo rechazaba tajantemente) y a la izquierda de Lourdes Flores (que lo aceptaba sin reservas), consiguiendo así avanzar a la segunda vuelta.

El problema, entonces, no son las traiciones, sino los sueños transicionales. Durante las transiciones nuestros intelectuales orgánicos suelen imaginar el advenimiento de un movimiento “plebeyo” que tomará el Estado y luego, ¡zas!, se despiertan con el baldazo de agua fría de las elecciones. En lugar de cargar las tintas contra el régimen político (contra las reglas del juego democrático), sería más justo que dediquen ese esfuerzo a analizar por qué sus opciones preferidas –a pesar de la enorme cantidad de votos recibidos el 2006 tanto en la presidencial como en el congreso—, no han logrado consolidar una agenda o un partido. En resumen, si Toledo o García hubiesen gobernado como Adrianzén y Lynch fantaseaban, el régimen político sería democrático. O sea, para ellos el carácter democrático del régimen no proviene de la sucesión de elecciones limpias y justas, sino de las políticas públicas que los gobernantes deberían haber puesto en marcha.

Segundo punto. La objetividad y el activismo del científico social. Aquí quien ha lanzado la frase clave es Nelson Manrique: Tú también tienes ideología, le ha dicho a Tanaka. Y todos han secundado esta idea de que la crítica se realiza desde alguna posición política y, por lo tanto, no se debe ir por la vida pretendiendo la “objetividad”. Pero digamos lo evidente: los libros y los artículos pueden ser deficientes o logrados, mejores o peores, independientemente de la orientación política que ellos o sus autores tengan. La posibilidad de verificar ciertos niveles de calidad objetivos es lo que permite que la academia y el debate de ideas sobrevivan. Los libros de Manrique son estupendos porque cumplen con estos estándares y no porque sean de izquierda.

¿Cuál es la utilidad de exigir a quienes reseñan libros que anuncien en qué equipo político juegan? Peor aún, ¿por qué asumir que todos juegan en algún proyecto político? Yo le veo una intención muy clara. Es la vía por la cual todos los argumentos valen lo mismo, todos los libros terminan reducidos a ser expresión de una ideología, todos serían expresión de unos “intereses” particulares. Se instaura el relativismo más nocivo para el conocimiento pues nadie tendría ideas o hallazgos originales sino apenas reflejos de una agenda política implícita o explícita ¿Y a quién favorecería todo este relativismo? A quienes escriben libros deficientes.

martes, 29 de diciembre de 2009

ESTUPEFACTOS

César Hildebrandt

El evento lo organizaron la Universidad del Pacífico e Interbank y concluyó el pasado lunes. Se llamó “Seminario Internacional: Claves de una Estrategia Competitiva”. Concurrieron todos los capitanes de empresa, los almirantes de las finanzas, los cabos sueltos del comercio y los funcionarios públicos con algo que decir en este país que administra Alan García.

La estrella indiscutida fue Michael Porter, considerado por un amplio sector de la prensa internacional como el más reconocido especialista en competitividad de las economías globalizadas. El diario “Gestión”, por ejemplo, lo presentó así: “el gurú mundial sobre estrategia y competitividad”.

Porter, profesor fulgurante del Harvard Business School y autor de 16 libros, vino a ponerle nota al modelo QUE NOS ESTA DOMINANDO. Las llamadas “fuerzas vivas” fueron a escuchar a esta mente brillante, que ha asesorado a empresas como Dupont y Procter and Gamble y cuyo libro “The Competitive Advantage of Nations”, publicado en 1990, se convirtió en referente de todo análisis serio que se hiciera en torno a lo que puede hacer fuerte a un país en una economía sin fronteras aparentes como la actual.
¿Y qué le dijo al empresariado peruano Michael Porter?

Pues le dijo varias cosas (y acudo a la crónica que sobre esa noche memorable hiciera para “Gestión” Alfredo Prado): La primera es que el Perú carece de una política de largo plazo en materia de competitividad. La segunda es que la economía peruana no tiene un rumbo definido. La tercera es que el crecimiento económico del Perú –hecho que la estadística confirma- no se ha reflejado en beneficio de la mayoría de la población. La cuarta es que el Perú ha vivido estos años “una ilusión exportadora” porque las cifras en azul proceden del alza de las materias primas, mientras que nuestra exportación de productos con valor agregado permanece inmóvil.
La quinta es que el Perú padece de un atraso dramático en relación a la invención y la tecnología. “El Perú -apuntó- no sólo no ha avanzado en este rubro: parece haber retrocedido”. La sexta es que la mayor parte de la inversión extranjera “no viene a crear nuevas empresas sino para comprar negocios ya existentes”. Y añadió, con espantosa exactitud, lo siguiente: “Cuando un inversionista piensa en una nueva fábrica no piensa en el Perú”. La séptima es que, a largo plazo, las dificultades del Perú tendrán que ver con la baja productividad, la pésima educación, el deficiente sistema de salud, las debilidades en infraestructura física, la desigualdad social, la aplastante corrupción y el alto nivel de informalidad.
La octava es que los éxitos peruanos de los últimos años pueden irse al demonio sino limpiamos el sistema judicial, sino defendemos los derechos de propiedad y si no fumigamos y reordenamos la disuasiva burocracia creada para entorpecer.

¿Dijo algo más el señor Michael Porter? Sí. Dijo también que el TLC con China tiene tal grado de asimetría que corremos el riesgo de quedarnos congelados como abastecedores de materias primas, que es como los chinos nos ven también en el futuro.

Dijo todo eso y a las pocas horas regresó a su cátedra de Administración de Negocios en Harvard.

Los empresarios peruanos quedaron estupefactos.

Esta vez la verdad no venía de un ideólogo adversario ni de un Premio Nobel que juega al caviaraje para lavar culpas. Venía de aquella lumbrera internacional que alguna vez escribió “Técnicas para analizar industrias y competidores”, un libro que ha sido 53 veces reeditado y que está traducido a 17 idiomas.

Estupefactos. Esa es la palabra. La farsa la había descubierto, sin dificultad, un especialista de los Estados Unidos.

¿Se atreverá la Caverna a refutarlo? Por lo pronto, ha guardado un delicioso silencio. Mercedes Aráoz, azafata de LAN Chile en sus sueños más dorados, no ha dicho una palabra. Los columnistas políglotas del borbonismo limeño se han callado en todos los idiomas que dominan.

No atinan a nada. Se están recuperando del sopapo.

jueves, 24 de diciembre de 2009

El método de las 5 S.

JORGE IBÁÑEZ VIZCARRA

El método de las 5 S es una práctica de calidad ideada en Japón referida al mantenimiento del entorno de trabajo por parte de todos. Dicha práctica es realizada en gran parte de instituciones públicas como privadas de todo el mundo con excelentes resultados por su sencillez y efectividad para realizar.

Las 5 S no debe ser entendido como una moda pasajera, sino como una conducta de la vida diaria. Por tanto, es necesario realizar un cambio de mentalidad en las personas involucradas en la organización para evitar su resistencia a la implementación. Por ello, el primer paso consiste en preparar mentalmente a los empleados para que acepten las 5 S antes de dar comienzo a la campaña. Como un aspecto preliminar al esfuerzo de las 5 S, debe asignarse un tiempo para analizar la filosofía implícita de las 5 S y sus beneficios:

1. SIGNIFICADO DE LAS 5 S
El método de las 5 S representa acciones que son principios expresados con cinco palabras japonesas que empiezan con la letra S. Cada palabra tiene un significado que puede variar de acuerdo a la literatura que se analice al respecto pero que en general expresa lo siguiente:
· Seiri (Organización y Clasificación)
· Seiton (Orden)
· Seiso (Limpieza)
· Seiketsu (Sistematizar)
· Shitsuke (Disciplina)

1.1 SEIRI (ORGANIZACIÓN Y CLASIFICACIÓN): Consiste en diferenciar entre elementos necesarios e innecesarios en el lugar de trabajo y descargar estos últimos. Para ello se debe proceder con las siguientes recomendaciones:
· Todo lo que se usa menos de una vez al año se debe desechar (vender, regalar o botar).
· De lo que queda, todo aquello que se usa menos de una vez al mes se aparta (por ejemplo, en la sección de archivos, o en el almacén en la fábrica)
· De lo que queda, todo aquello que se usa menos de una vez por semana se aparta no muy lejos (típicamente en un armario en la oficina, o en una zona de almacenamiento en la fábrica)
· De lo que queda, todo lo que se usa menos de una vez por día se deja en el puesto de trabajo.
· De lo que queda, todo lo que se usa menos de una vez por hora está en el puesto de trabajo, al alcance de la mano.
· Y lo que se usa al menos una vez por hora se coloca directamente sobre el personal (lapicero, cinta métrica, etc).

1.2 SEITON (ORDEN): Consiste en clasificar los ítems por uso y disponerlos como corresponde para minimizar el tiempo de búsqueda y el esfuerzo. Para hacer esto, cada ítem debe tener una ubicación, un nombre y un volumen designados. Debe especificarse no sólo la ubicación, sino también el número máximo de ítems que se permite.

Los ítems que se dejan en el lugar de trabajo deben colocarse en el área designada. En otras palabras, cada ítem debe tener su propia ubicación y, viceversa, cada espacio en el lugar de trabajo también debe tener su destino señalado. Las marcas en el piso, paredes o en las estaciones de trabajo indican las ubicaciones apropiadas del trabajo en proceso, herramientas, etc.

Las normas de Seiton son:
· Organizar racionalmente el puesto de trabajo (proximidad, objetos pesados fáciles de coger o sobre un soporte, ...)
· Definir las reglas de ordenamiento
· Hacer obvia la colocación de los objetos
· Los objetos de uso frecuente deben estar cerca del operario
· Clasificar los objetos por orden de utilización
· Estandarizar los puestos de trabajo

1.3 SEISO (LIMPIEZA): Un aspecto importante en toda empresa es la limpieza de sus instalaciones, tanto las que dan la cara a los consumidores como las líneas de producción. Por ello es necesario limpiar el entorno de trabajo, incluidas las máquinas y herramientas, lo mismo que pisos, paredes y otras áreas del lugar de trabajo. Esto a su vez nos permitirá verificar el estado de las herramientas de trabajo y poder descubrir muchos defectos de funcionamiento. Cuando la máquina está cubierta de aceite, hollín y polvo, es difícil identificar cualquier problema que se pueda estar formando. Sin embargo, mientras se limpia la máquina podemos detectar con facilidad una fuga de aceite, una grieta que se esté formando en la cubierta, o tuercas y tornillos flojos. Una vez reconocidos estos problemas, puede solucionarse con facilidad.

1.4 SEIKETSU (SISTEMATIZAR): Como se ha mencionado antes, el método de las 5 S no es una moda sino un estilo de vida, por lo cual es necesario mantener las tres primeras etapas desarrolladas en forma continua y diaria. En esta parte es necesario un liderazgo de la parte directiva o gerencial de la institución con la intención de diseñar sistemas y procedimientos que aseguren la continuidad de seiri, seiton y seiso. El compromiso, respaldo e involucramiento de la gerencia en las 5 S se vuelve algo esencial. Por ejemplo, los gerentes deben determinar con qué frecuencia se debe llevar a cabo seiri, seiton y seiso, y qué personas deben estar involucradas. Esto debe hacer parte del programa anual de planeación.

1.5 SHITSUKE (DISCIPLINA): La adopción como parte de un estilo de vida de las 5 S hará que las personas que continuamente practican seiri, seiton, seiso y seiketsu, adquieran autodisciplina. De tal forma que se puede considerar como una filosofía, una forma de vida en nuestro trabajo diario. En esta etapa final, la gerencia debe haber establecido los estándares para cada paso de las 5 S, y asegurarse de que se esté siguiendo dichos estándares. Los estándares deben abarcar formas de evaluar el progreso en cada uno de los cinco pasos.

2. RELACIÓN DE LAS 5 S CON EL DECÁLOGO DEL DESARROLLO

Los principios descritos tienen estrecha relación con el Decálogo del Desarrollo, siendo su aplicación en la rutina diaria una forma de vida que permita a los emprendedores colaborar con el desarrollo del país, sin importar la ideología partidaria.

Ello se puede hacer desarrollando actitudes, valores o compromisos a seguir, que puedan originar la mejora de nuestras potencialidades que nos lleven a no necesitar de tener la riqueza alrededor, sino de ser nosotros mismos capaces de generarla aprovechando para ello todas nuestras capacidades y potencialidades.

Esas características, hábitos o principios que los habitantes de la gran mayoría de los países desarrollados tienen y los cuales no son practicados en su vida diaria por la población en los países subdesarrollados, son descritos en los principios del Decálogo del Desarrollo, estando muy relacionado con la filosofía de las 5 S.

3. APLICACIÓN DE LAS 5 S EN LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA

Resulta conveniente resaltar que el método de las 5 S no es solo aplicable en la empresa privada, pudiendo ser de mucha utilidad su implantación en la administración pública. ¿Cuántos de nosotros hemos sufrido por demoras de trámites o pérdida de documentos en alguna institución pública?

El principal problema es la falta de hábito para mantener una política dentro de una institución que muchas veces cuenta con alta rotación de funcionarios, en la cual no se institucionalizan las buenas prácticas y por lo cual no hay un registro de las acciones que se llevan a cabo para la mejora de la administración.

Es común ver ahora el gran incremento de proyectos institucionales en las diferentes instituciones públicas por el cual se renueva el mobiliario y equipo tecnológico dentro de las oficinas, sin embargo, el no contar con los hábitos adecuados puede generar que en muy poco tiempo las oficinas se vean nuevamente recargadas de papeles en las oficinas que muchas veces no generan ningún nuevo valor o aporte al procedimiento.

4. CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

· Hay muchos paradigmas que vencer para la correcta implementación del método de las 5 S, uno de ello es la resistencia del personal a realizar la limpieza de su área de trabajo. Muchos dirán que llevan años trabajando y para iniciar la etapa de limpieza, es necesario que venga el personal encargado de dicha labor para que el personal administrativo pueda guiarlos en las labores. Esta actitud tiene que cambiar cuando los trabajadores empiezan a comprender la importancia del orden y la limpieza dentro de su ambiente de trabajo, necesario para mejorar la calidad y productividad de sus labores.
· Se logrará mayor espacio en los lugares de trabajo con lo cual habrá una mejor imagen ante los contribuyentes o público en general que asista a las oficinas.
· Los gerentes deben ser los líderes del cambio en la administración pública, para lo cual deben estar preparados para poder iniciar y guiar el cambio dentro de su área, fomentando la aplicación de las 5 S.

viernes, 11 de diciembre de 2009

Sociales, Humanidades y Letras

LOS PARIENTES POBRES

Rocío Silva-Santisteban

«Papá, quiero estudiar historia». El padre del supuesto futuro historiador podría caer sobre su escritorio tras un colapso nervioso. «¿Historia?» diría, «pero si eso no sirve para nada». Y es verdad, pero desde cierto punto de vista. Para los empresarios tradicionales o los ingenieros severos, las carreras de humanidades y sociales así como las de letras no sirven para nada, porque no producen ese ansiado rédito que, tras años de inversión universitaria, algunos progenitores poco flexibles esperan recibir de sus hijos. Pero desde el otro lado de la orilla -el del hijo, el de la humanidad- estas carreras permiten la formación de profesionales y pensadores que expliquen el mundo desde sus esencias, desde sus procesos internos, desde el tiempo que les toca vivir. Como lo sostiene el historiador mexicano Ernesto de la Torre «los estudios históricos son necesarios para interpretar a la humanidad y para evitar que se manipule la realidad».

La historia, la filosofía, la literatura, la antropología, la sociología y toda una serie de disciplinas que conforman el amplio espectro de las ciencias sociales, las humanidades y las letras son profesiones que en un país como el nuestro se ven cuestionadas por abanderados del neoliberalismo por su falta de efectividad pragmática. Pero como dice Abelardo Oquendo, profesor principal de literatura, «querer ser pragmático es querer destruir la universidad. Yo me niego, me resisto siquiera a mirarlo de ese modo».

Tradicionalmente se ha calificado a estas profesiones como intelectuales o académicas, cuyo ejercicio fundamental se sostiene en el plano de la inteligencia, sin intereses subyugantes de utilidad inmediata. Pero esta es sólo una posición. Pues hoy, lo demuestran los hechos, muchas de las personas que se dedican a estas áreas del pensamiento pueden jugar un rol importante en el propio desarrollo de la empresa, entrando a plantear nuevas formas de interrelación con la realidad ultradinámica. Como lo sostiene lúcidamente Augusto Alvarez Rodrich de Apoyo: «siento que hoy en día tal como operan las empresas, se demanda un servicio multidisciplinario. Personas con esos estudios tienen un potencial muy alto».

Por supuesto, los grados de interrelación con las demandas de la sociedad están ligados íntimamente a sus necesidades preferenciales. En el Perú es imprescindible dar prioridad a urgencias profesionales, pero no porque entremos en una fiebre neoliberal debemos desdeñar las carreras que de alguna forma han permitido que el hombre se eleve sobre la máquina. No tendría sentido tampoco plantear el fomento de disciplinas como la literatura, pero mantener a los pocos estudiosos de esa área es substancial, para poder repetir como Vallejo «son pocos, pero son».

Sociólogos en la Backus

La sociología tuvo su gran etapa de crecimiento durante la década de los 70. En 1976, según un informe del CONUP 5795 personas estudiaban esta disciplina. GRADE señala que el año 1965, 20 personas ingresaron a esta carrera; en 1975, 1064; y en 1980, 1489. El año 1991 ingresaron sólo 779, es decir, que después de varios años de crecimiento sostenido se produce el crak - sonido parecido al de un ladrillo del Muro cayendo al suelo- y las expectativas por ser sociólogo disminuyen considerablemente.

Gonzalo Portocarrero, exdecano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Católica, explica este fenómeno: «A mediados y fines de los 80 se produce un bajón en los estudiantes de sociales por diferentes motivos: la crisis económica, la dificultad de encontrar trabajo, la pérdida de relevancia del discurso sociológico de inspiración marxista, la crisis de la izquierda. Todo esto provocó una pérdida de glamour en las ciencias sociales».

¿Y qué pasó con todos esos sociólogos de los 70? En realidad las cifras son engañosas, porque si bien es cierto que muchos ingresaron a estudiar esta carrera, pocos terminaron y muchos se desviaron a diferentes actividades, la principal de ellas: la militancia partidaria.

Un sociólogo, que fungió de alumno durante la etapa que podríamos llamar de transición (1988-1992) y que prefiere mantenerse en el anonimato, confiesa que escogió sociología «inquietado porque era una carrera que me acercaba a la discusión política y a la preocupación por lo social. Lo curioso es que el perfil de la gente que estudiaba sociología en esa época era todavía el de personas preocupadas por la transformación, por entender el país y entender las macroestructuras». Pero la cosa cambia lentamente después de la crisis del socialismo y del paradigma marxista. «Es allí que empiezan los estudios de las subjetividades, de las múltiples realidades. Recuerdo que uno de mis profesores, Guillermo Nugent, decía que no entendía cómo era posible que todavía hubiera sociólogos que vieran a la realidad como una palta con una sola pepa, cuando para él la realidad es una chirimoya».

Hoy en día los sociólogos palteados tienen la obligación de ponerse las pilas, pero además los prejuicios en torno a esta profesión deben descartarse porque no permiten que los cambios introducidos sean viables. «Cuando les presentas el cartón de sociólogo no se imaginan quién es, se piensa que es alguien que ha leído a Marta Harnecker siete veces y con eso no sirve...», dice Alvarez Rodrich explicando el prejuicio de los empresarios.

Pero las cosas han variado substancialmente. Los sociólogos «posmodernos», por decirlo de alguna manera, deben estar preparados para asumir los retos de una sociedad ágil, dinámica y de continuo cambio como la nuestra.

«¿En qué puede trabajar un sociólogo hoy en día? Lo fundamental en cualquier empresa es el marketing y esto no es sino entender el comportamiento de la gente cuando le lanzas un producto. Un profesional de la sociología tiene mucho por aportar en ese esquema; lo que pasa es que no se necesita al típico sociólogo formado en los 70 pues en esa época te preparaban para otra cosa...» afirma Alvarez.

Según una encuesta realizada por Apoyo sobre mercado educativo, la Pontificia Universidad Católica es percibida como la mejor universidad privada, sobre todo en el área de ciencias sociales. Es seguramente por este motivo que de un total de dos mil bachilleres de sociología, el 90 % tiene trabajo en su especialidad, y de ellos el 45 % trabaja en ONGs.

Este año el plan de estudios de ciencias sociales ha sido reformado totalmente, incorporándose nuevos cursos electivos para que sean los mismos alumnos lo que vayan armando, según sus intereses, su propia formación. Aldo Panfichi, coordinador del área de Sociología en la Faculta de CCSS de la PUC, señala que el cambio de perspectiva se centra en la flexibilidad, reforzando el núcleo central de la formación, pero planteando diversos registros en el análisis desde diferentes metodologías.

Asimismo, Portocarrero agrega: «se están abriendo nuevas vetas para los sociólogos en el Estado y en la empresa privada, por ejemplo, para entender a la empresa no sólo como una reunión de gente sino como personas que deben crear una cultura institucional con consecuencias directas en la productividad y la rentabilidad. La sociología trata de crear un diseño de la empresa a partir de una identificación con ella en lugar de verla como algo hostil. En estos momentos varios de nuestros estudiantes están haciendo prácticas en la Volvo y en la Backus».

Pero como sostiene nuestro joven sociólogo anónimo: «es importante distinguir la cuestión teórica de la laboral, los cambios de ahora se producen porque la preocupación de la Universidad se centra en pensar "uy... en qué van a trabajar nuestros muchachos". Lo que ahora necesitamos es un cambio de perspectivas, un giro radical que nos reoriente».

Interdisciplina: humanismo futurista

Casi todos los entrevistados han pronunciado una palabra que parece clave para entender al científico social del año 2000: interdisciplina. Todos han insistido en que para el mundo del futuro se requieren personas que tengan la formación adecuada para adaptarse a los cambios: pensamiento sintético e integrador, habilidad para encontrar soluciones a problemas nuevos, manejo y proceso de información, manejo además de las disciplinas afines y la tecnología informática de punta, de elementos de física, ecología, matemáticas y lógica. ¿Supersociólogo? No, simplemente lo que Macera ha denominado un científico social polivalente.

Así, entonces, sería imprescindible desarrollar cursos que vinculen unas disciplinas con otras, pero no sólo yuxtaponiéndolas sino integrándolas. El intelectual de hoy en día debe ser una persona con gran solvencia en su especialidad, pero que al mismo tiempo mantenga una curiosidad permanente y una capacidad de relacionar las diversas áreas del conocimiento. Durante mucho tiempo la realidad ha sido parcelada por las distintas disciplinas y se puso énfasis en lo específico; ahora la idea es manejar lo específico pero con un criterio amplio para engarzarlo con lo general.

Esta idea aparentemente vanguardista no tiene nada de novedosa. Es, en el fondo, un intento de retorno a la esencia misma de la universidad: la concepción orgánica del saber. Lo que Tomás Moro y Erasmo de Rotterdam pusieron de moda hace cientos de años: el humanismo.

Puros a pesar de todo

Entre las carreras de letras y humanidades han sido múltiples las ramificaciones que han surgido con los años. Por ejemplo, etnología y antropología formaban antes (en los años 40) parte de historia, pero como cursos de últimos ciclos en sus planes de estudio.

Las ramificaciones se han producido generalmente por el desarrollo de ciertos sectores del conocimiento o por la necesidad práctica de otros, como por ejemplo las carreras de comunicación social. Durante muchos años los periodistas aprendían en la práctica y generalmente eran personas que habían estudiado alguna carrera de letras, que manejaban bien el idioma y que poseían una inquietud por la investigación casi detectivesca. Entonces eran enrolados en los distintos medios y aprendían en la calle. O también se trataba de personas apasionadas por la literatura, con un manejo admirable del lenguaje, pero que no veían posibilidades cercanas de vivir de ella, como es el caso de Vallejo, Valdelomar y mucho más cerca del propio Mario Vargas Llosa en sus años iniciales.

Hoy en día el panorama ha cambiado avasalladoramente y los periodistas hasta se especializan en ciertas subcategorías como medios audiovisuales o prensa. Los literatos que pretendían vivir de esta suerte de contacto esporádico con la realidad se ven desfasados.

Entonces, la pregunta natural que surge de este nuevo orden de cosas, sería: ¿qué pueden ofrecer las universidades para que las personas que se dedican a las carreras de humanidades «duras» -como las denomina Patricia de Arregui en Quehacer 99-, es decir a la filosofía, la linguística o la literatura, puedan encontrar un territorio propicio para poner en práctica, más allá de la enseñanza, estos conocimientos?

Abelardo Oquendo es tajante al respecto: «eso tiene para mí dos supuestos: uno, que la literatura deba servir para algo más allá de lo que siempre ha servido (si ha servido), y el segundo es el supuesto de que la universidad tenga que responder de manera pragmática a ciertas necesidades sociales. Pero la literatura, para mí felizmente, siempre seguirá siendo literatura pura, algo que en términos pragmáticos no sirve para nada. Para lo único que sirven los egresados de ciertas disciplinas es para enseñar esas disciplinas, para formar otros como él que no tengan función aparente dentro del mercado de trabajo. Es desgraciadamente así y la universidad no tiene nada que ofrecer como alternativa, plantearlo de otra manera sería un error de perspectiva». Claro como el agua. Los llamados a seguir este tipo de carreras, que están en alza desde hace dos años deben saber desde el principio que si se quieren dedicar a lo que la universidad les brinda, será a leer y a enseñar más adelante. Desgraciadamente hacerlo ahora en el Perú es casi un suicidio. Vivir de enseñar sólo en la universidad una carrera así -a menos que se sea profesor principal a tiempo completo de la PUC y con remuneración por cargo- es en la práctica imposible.

Muchos de los literatos son el ejemplo perfecto del pluriempleado: además de enseñar en la universidad, lo hacen en institutos, academias, ejercen el periodismo o trabajan «cachueleando» donde se pueda. ¿Y tiempo para leer? That is the question. En el mejor de los casos al caer la noche, apenas un par de horitas antes de dormir; en el peor, durante los tediosos -y peligrosos- viajes en combi. La investigación literaria está siempre en manos de los más osados que, además de pluriempleados, estudian un doctorado o maestría en la mismísima patria tierra.

Por supuesto hay muchos que han salido del país con becas, pero los que permanecen aquí deben esforzarse el triple por mantenerse al día en los avances de la disciplina, que son múltiples en estos últimos años. Pero, ¿vale la pena mantenerse puro?, ¿será alguna vez posible dedicarse a un empleo, además de la universidad, vinculado íntimamente con lo que apasiona a un literato: leer ficción?

Antonio Cornejo Polar, destacado crítico literario y catedrático en la Universidad de Berkeley, plantea una salida viable y digna, relacionada también con la empresa privada: «Se debería de tomar en cuenta todo lo referente a la cultura escrita: cursos, talleres, programas para formar gente vinculada a la producción del libro: desde correctores de estilo hasta directores literarios de editoriales, todo el mundo del libro podría ser un campo de aplicación. Lo mismo podría pensarse del periodismo cultural. En general, pienso que debería de haber una apertura a lo que podríamos llamar la cultura de la letra».

Pero mientras la cultura de la letra, las editoriales y la producción de libros sea restringida, la sociedad sigue reclamando de los humanistas una pragmática efectiva vinculada a una función específica en el mercado. Esta exigencia no tiene sentido y a pesar de que la ponen sobre el tapete ahora los neoliberales, como señala Cornejo Polar, ha sido resuelta hace siglos aceptando que no todos tenemos que ser absolutamente funcionales respecto a la sociedad. «Estudiar humanidades -señala Cornejo- es igual que estudiar matemática pura o física teórica; no todo tiene que tener una función que uno pueda medir en soles. Las letras y las ciencias sociales son aptitudes humanas, que funcionan como necesidades para la gente, y que se cubren a través de conocimientos que aparentemente son inútiles pero sin los cuales la humanidad no sería tal».

martes, 8 de diciembre de 2009

Perú: Una economía vulnerable y al garete

Teófilo Bellido

Contrariando el discurso triunfalista de Alan García respecto a la fuerza y crecimiento de la economía peruana, Michael Porter, considerado a nivel mundial un gurú en estrategia y competitividad de las economías globalizadas, ha sostenido que el Perú atraviesa tiempos económicamente peligrosos debido a que las fuerzas que explican el crecimiento de los últimos años no son sostenibles por ser cortoplacistas, no generan competitividad y carecen de rumbo definido. El espacio de su disertación fue el seminario internacional “Claves de una estrategia corporativa”, organizado recientemente por la Universidad del Pacífico e Interbank en la ciudad de Lima. Michael Porter de 61 años, es profesor y director del Instituto para la Estrategia y la Competitividad de la Universidad de Harvard, Estados Unidos de Norteamérica.

Ante un sorprendido auditorio colmado de adalides empresarios, altos ejecutivos de la empresa privada y las finanzas, y dándole lecciones al Ministro de Economía, Porter, señaló con meridiana claridad que “El Perú ha crecido mucho en los últimos años, pero ese crecimiento no se ha reflejado en la mayoría de la población”. Una clara reprobación a las políticas económicas implementadas por la trilogía Fujimori -Toledo y García, empecinados en aferrarse al fundamentalismo neoliberal, crecimiento favorable a un reducido grupo económico y financiero, en tanto se acrecienta la brecha de la desigualdad económica y social, en esencia generadora de los conflictos sociales. Una economía que no genera desarrollo igualitario por la inequidad redistributiva que la alimenta, primando la voracidad empresarial de enriquecimiento.

Mientras exista ese tipo de redistribución, los esfuerzos del gobierno y el coro que lo acompaña con la “teoría” que en algún momento el modelo económico va a “chorrear” para los trabajadores y la mayoría de la población, no tiene sustento alguno.

A la charlatanería de la fortaleza en las exportaciones, el profesor de la Harvard Business School , autor de 16 libros, sostuvo que “El Perú ha vivido una ilusión exportadora en los últimos años, porque esta variable se ha incrementado principalmente por el aumento de precios de las materias primas en el mercado internacional, mientras que las exportaciones de productos con valor agregado y de servicios casi se ha estancado”. Por lo tanto, se confirma que estamos frente a una economía frágil debido al patrón primario exportador que la sustenta, modelo que para nada nos conduce al desarrollo, salvo a un reducido grupo favorecido por los precios de los recursos explotados.

De igual modo aseveró que “…En términos de tecnología Perú no ha avanzado en este siglo y no apunta hacia ninguna parte, y mas bien retrocede”.

Al referirse a la inversión extranjera, a la que Alan García en su afán servil y violentando muchas veces la soberanía y los intereses nacionales, invoca sin límites y condiciones como la panacea para la solución del tema empleo y desarrollo del país, Porter señaló “…al Perú no vienen inversiones para crear nuevas empresas, sino para comprar negocios ya existentes. La inversión extranjera debería estar construyendo nuevas fábricas, creando nuevas tecnologías y experiencias, pero eso no está sucediendo, lo cual es un signo peligroso porque significa que los inversionistas extranjeros que quieran construir fábricas no están pensando en el Perú”.

La baja productividad, competitividad y un entorno desfavorable para los negocios, además de la pésima educación, mal sistema de salud, deficiente infraestructura física y el elevado nivel de corrupción atentan contra el desarrollo que se debe generar, según relató Michael Porter. Además, manifestó que el débil sistema legal, la estabilidad política, la falta de eficacia de los derechos de propiedad y la excesiva burocracia para el sector privado juegan en contra de Perú.

Una alocución que golpea en el rostro del inquilino de palacio y su séquito del Poder Ejecutivo, la derecha y la mafia corrupta que cogobierna el país. Un discurso al que la prensa sometida prefiere disimular o tratarla muy suavemente para no irritar las iras de sus amos.

No es pues que sólo la izquierda o una voz antisistema cuestione al modelo económico que se implementa en el Perú, cuyas consecuencias desfavorables recaen en los sectores más desposeídos y pueblos marginados del interior del país. Son los propios teóricos de la globalización, los capos del management internacional quienes apuntan contra un mal insostenible, sin futuro, al que sólo defienden quienes viven y engordan a su sombra.

No se trata únicamente de mejorar el modelo ni apuntalar el sistema, se trata de realizar profundos cambios económicos, sociales y políticos orientados a la transformación radical de nuestra sociedad. Ello exige persistir en la lucha frontal contra el modelo económico neoliberal, acumulando todas las fuerzas posibles para abrir el paso a un nuevo gobierno que concrete los cambios de fondo que el país demanda. La unidad más amplia de las fuerzas democráticas, nacionalistas y de izquierda, los trabajadores y sectores sociales emergentes que luchan por el cambio, está a la orden del día.

viernes, 20 de noviembre de 2009

Razones de geopolítica en las relaciones peruano-chilenas

Pacto de no agresión sin disuasión
Embajador Oswaldo de Rivero.

Los pactos de no agresión se supone que son entre países que tienen temor de agredirse. Implican así la existencia de una disuasión mutua. Sin embargo, en el caso del Perú y Chile, debido a la actual correlación de fuerzas militares, nuestro país no disuade a Chile. Entonces, un pacto de no agresión en estas condiciones sería un pacto asimétrico, que sólo expresaría el temor del Perú a ser agredido. Una confirmación pública que estamos disuadidos y que la paz en el Pacífico sudamericano depende ahora de la hegemonía militar chilena.

Felizmente Chile se equivocó y no aceptó el pacto asimétrico propuesto por el Perú. Si lo hubiera hecho, habría legitimado su hegemonía militar.

En las actuales circunstancias un verdadero pacto de no agresión con Chile sería muy difícil. Sólo posible si éste congela sus adquisiciones militares por un buen lapso de tiempo y reconoce durante ese periodo el derecho del Perú a modernizar su defensa nacional. Sólo un pacto así, que busca la simetría, a través del equilibrio militar, permitiría una disuasión mutua que garantizaría la paz. Sin embargo, Chile nunca lo va aceptar porque lo que pretende es que su relación con el Perú marche siempre signada por su hegemonía militar.

Ahora, el Perú pretendería una suerte de pacto de no agresión en Sudamérica. Sin embargo, esta propuesta no tiene mensaje sudamericano porque en verdad no hay ni un solo casus belli en la región. Todos los países saben que es una propuesta basada en el temor del Perú frente al armamentismo chileno. Y nadie se va comprar el pleito, menos el Brasil, que viene de rearmarse como Chile, va permitir que surja una presión sudamericana contra la modernización militar. Tampoco Venezuela y Colombia que están en pleno rearme. La verdad es que el Perú no tiene poder para impedir este proceso de modernización de las defensas nacionales sudamericanas.

También pretender un pacto de no agresión en Sudamérica tiene un mal mensaje para nuestra “relación especial” con el Brasil. Implícitamente se le está diciendo a éste que no tiene capacidad para establecer una paz brasilera porque existe una carrera armamentista (Brasil incluido). Que su iniciativa, el Consejo de Defensa Sudamericano, no sirve porque hay que hacer que nuestros países pacten por enésima vez la no agresión ya pactada entre ellos en la ONU, la OEA, el TIAR y la UNASUR, como si estuviéramos al borde de la guerra por toda Sudamérica.

Esta iniciativa del pacto de no agresión ha sido estratégicamente mal pensada o no pensada. Si queremos la paz con Chile no hay otro camino que la disuasión porque nuestra debilidad es precisamente la fuente de potenciales incidentes armados en torno del caso en La Haya. En vez de embarcarnos en piruetas diplomáticas y lamentos que no llevan a nada hay que practicar una realpolitk dotando también al Perú con una defensa nacional moderna frente a la preocupante hegemonía militar chilena. Ya es hora.

domingo, 8 de noviembre de 2009

REFLEXIONES EN TORNO A LA INCLUSIÓN Y SUS IMPLICANCIAS EN LA BÚSQUEDA DE OPCIONES DE DESARROLLO SUSTENTABLE

Rodrigo Arce Rojas

Cuando alguien se refiere a la inclusión social está haciendo alusión a un concepto positivo que alude a que todas las personas deben tener los mismos derechos, las oportunidades y posibilidades para desarrollarse plenamente. Es un concepto que compartimos. No obstante, quisiera profundizar el análisis en tanto se plantea la necesidad de avanzar hacia un desarrollo inclusivo.

Tendríamos que empezar entendiendo los conceptos. Incluir alude a la idea de contener, circunscribir, considerar, tomar en cuenta. Por su parte la palabra inclusión hace referencia a introducción, inserción, implantación entre otros significados. En esencia el sentido de la inclusión es formar parte de un todo.
Ahora bien, si yo planteo ser incluido, estoy queriendo decir:
• Considérame
• Tenme presente
• Tenme en cuenta
• Hazme partícipe

O dicho de otra forma:
• No te olvides de mí
• Recuerda que existo

Ahora revisemos lo que sucede con la palabra exclusión que implica separación, eliminación, descarte, sustracción. Quiere decir entonces que las personas o grupos que son excluyentes están obrando bajo alguna de las siguientes premisas:
• Aquí estamos completos
• Somos los que somos y los que deberíamos estar

En otras palabras están diciendo a los excluidos:
• No existes
• No eres
• No estás

Quiere decir entonces que en el binomio inclusión-exclusión existen las siguientes ideas centrales:
• El mundo está dividido entre incluidos y los excluidos
• Hay un modelo, situación o condición ideal en el que sólo participan los incluidos
• Hay personas o grupos que desean ser incluidos en tal modelo, situación o condición ideal.

Inmediatamente la mente evoca una serie de palabras vinculadas a esta situación: egoísmo, segregación, discriminación, racismo, favoritismo. La pregunta inmediata es: ¿Por qué se da esta situación? Algunas de las respuestas que podríamos ensayar son:
• El temor a lo desconocido
• La seudo-especiación que realiza el hombre ante sus diferentes
• El confort de lo homogéneo
• Privilegio para el ejercicio de derechos

Una expresión que grafica muy bien esta situación es: “todos somos iguales, aunque unos más iguales que otros”. Tal situación nos lleva a reconocer que la “situación ideal” de privilegio tiene dos características: aquella situación que queremos que sea y aquella situación que realmente es. Una cosa es por ejemplo la democracia soñada y otra cosa es el ejercicio real de la democracia en nuestros países.

Pero no es sólo querer ser incluido pues se dan casos donde ya estás incluido aún cuando tú no seas consciente de ello. Una cosa es que tú tengas control sobre tu espacio vital y otra cosa es que ya estés incluido en el ámbito de dominio del otro. Se produce entonces un proceso de enajenación en el que ya no eres dueño ni siquiera de tus decisiones aunque creas tenerlo. Se trata entonces un proceso marcado por las diferencias de poder. Hay otros que toman decisiones que te afectan o toman decisiones por ti aunque no lo sepas o no lo desees. Bajo tal contexto debes revisar tu ejercicio de autodeterminación.

También se pueden dar casos donde estás excluido aunque pienses o sientas que estás incluido. En algunos casos te toleran pero no necesariamente te respetan. No te reconocen como sujeto político. Te ven pero no te miran, te oyen pero no te escuchan.

Así mismo se constatan otras situaciones: crisis política, crisis ecológica, crisis económica y crisis moral que obliga a repensar el modelo civilizatorio y movimiento bidireccional entre el mundo oficial y el mundo real. Por ejemplo pobladores urbanos que buscan la paz bucólica del mundo rural, indígenas que forman pueblos en las ciudades, citadinos que buscan experiencias sensoriales y espirituales de los pueblos indígenas, indígenas que abandonan sus prácticas de solidaridad y reciprocidad, pobladores que regresan al trueque como medio de interrelación económica en propuestas de economía solidaria, sólo por mencionar algunos casos.

Las preguntas que brotan enseguida son:
• ¿A qué me quiero incluir?
• ¿Quién incluye a quién?
• ¿Quién excluye a quién?

Significa entonces que el binomio inclusión-exclusión:
• Está definido por las relaciones de poder
• No necesariamente es un tema cuantitativo de mayorías o minorías
• Se producen inclusiones y exclusiones conscientes e inconscientes
• No existe una única direccionalidad, a veces los prejuicios se dan en ambos sentidos.
• No necesariamente la condición buscada es la mejor condición en términos de sustentabilidad
• La condición ideal no es un proceso acabado y está en permanente construcción, deconstrucción y reconstrucción.

Así como hay una escala entre la tolerancia y el respeto (como condición superior) habría también que re-significar la inclusión. Compartiendo su sentido original habría que incluir algunos aspectos tales como:
• De la aceptación de la Multiculturalidad a la pluriculturalidad y a la interculturalidad
• Del conocimiento y reconocimiento a la valoración del otro en cuanto a sujeto político pleno de derechos individuales y colectivos
• De la aceptación de la diversidad a la valoración de la sociodiversidad y demodiversidad como capital cultural para la búsqueda de propuesta de modelos de desarrollo contextuales.
• Del valor de la diferencia a la valoración genuina de las cosmovisiones y cosmosentires que de cuenta de las múltiples formas de expresión y manifestación de la humanidad en su conjunto como gran familia de nuestra morada común que es el planeta tierra.

La inclusión por tanto no es una concesión o un favor que hace un grupo al otro. Refiere fundamentalmente a un tema de equidad y de derechos humanos entendidos con enfoque de interculturalidad. No se trata por tanto de procesos de uniformización, integración o asimilación sino de administración consciente del valor de la diversidad, las diferencias y la importancia fundamental del respeto.

Estas ideas tienen aplicación en todo orden de la vida humana pues no se trata únicamente “cómo te incluyo” en mi paradigma sino precisamente cómo favorezco para que los diferentes paradigmas puedan conversar y encontrar puentes que contribuyan a propuestas de bienestar, buen vivir, la vida buena, modelo que no se agota en un enfoque antropocéntrico y hay la necesidad de una mirada y un sentimiento cosmocéntrico.