Rodrigo Montoya Rojas
*Lima 18 de agosto 2008
Mientras escribo este artículo, los pueblos indígenas de la Amazonía se rebelan contra el Estado peruano y aparecen como un actor político por primera vez en su historia. Se cansaron de pedir y ahora exigen con firmeza. Para ser oídos convocaron al gobierno a una "mesa de diálogo" en San Lorenzo, muy lejos de Lima, a orillas del río Marañón, un poco antes de que este cambie de nombre para llamarse Amazonas. Los pueblos indígenas Awajun, Wampis, Matsiguenka y Shipibo cercaron a la petrolera argentina Perú Petro, una hidroeléctrica y, además, bloquearon algunas carreteras en las provincias deBagua y Utcubamba en Amazonas, Datem, en Loreto, Echarate en Cusco y en Iparía, Ucayali. Como el gobierno no escucha a nadie que no bloquee carreteras y puentes, la lección ha sido aprendida por los pueblos amazónicos luego de la rebelión última de Moquegua. Los insurgentes exigen que el gobierno derogue los decretos legislativos, sobre todo los 1015 y 1073, impuestos sin diálogo ni concertación alguna con los propios indígenas como ordena el Convenio 169 de la Organización Internacionaldel Trabajo, OIT, firmado por el Estado peruano. Estos decretos legislativos facilitan el camino para la venta de tierras y entrega de recursos amazónicos a las grandes empresas transnacionales, de acuerdo al Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, firmado por le ex presidente Alejandro Toledo. Hace dos años y medio, el candidato García prometió retirar la firma del Perú de ese tratado; una vez elegido presidente, este señor se convirtió en el mejor aliado de Estado Unidos junto con Uribe de Colombia y Bachelet de Chile, como unejemplo maravilloso de la contradicción permanente entre el decir y el hacer. Preocupado por la inversión capitalista de las multinacionales como único recurso para resolver el problema de la pobreza, el Sr. García exige que los indígenasamazónicos, a quienes insulta llamándoles "perros del hortelano, que no comen ni dejan comer", usen sus tierras para producir capitalismo o las vendansi no pueden. El derecho de propiedad indígena no es como el derecho depropiedad del resto de ciudadanos de primera categoría. ¿Quiénes puedencuestionar la propiedad de las multinacionales en Perú? Sólo "los comunistasy enemigos de la patria", dicen los apristas. ¿Quiénes pueden cuestionar elderecho de propiedad de los pueblos indígenas? El presidente García y supartido aprista, en nombre de la democracia y de la inversión capitalista. Una información adicional es pertinente en este punto. De acuerdo a las leyesque de peruanas tienen sólo el nombre, quienes poseen la tierra en Perú sóloson dueños de la materia física llamada tierra, tierra pelada para decirlo sinrodeo alguno, no de sus aires -bosques- ni del subsuelo -gas, petróleo,minas- ni de las aguas de sus ríos en cuyas arenas se encuentra el oro. Con susabiduría milenaria los pueblos indígenas se ríen de esta estupidez peruanooccidental porque para ellos y ellas la tierra, el subsuelo y los aires son unasola unidad como una es la vida de los seres humanos, animales y plantasgracias a la madre tierra, a los ríos y mares. Separar a los seres humanos desus bosques y de sus ríos es un acto de ignorancia punible. Como estamos enPerú y no en un reino de mínima sensatez, el mapa de concesiones de tierras enla Amazonía en beneficio de empresas multinacionales parece un tablero deajedrez. En Texas, Estados Unidos, los propietarios del suelo debajo del cual se encuentrapetróleo se vuelven millonarios petroleros. En Perú se vuelven pobres como haocurrido con todos los dueños del suelo donde hay minas, petróleo y gas. Desde 1974, los pueblos indígenas han empezado a recuperar parte delterritorio que organizaron en miles de años y que los españoles y susherederos les expropiaron. La superficie recuperada está ahora en grave peligrode pasar a otras manos para felicidad del capitalismo y sus defensores.Compartir el bosque con los hermanos monos, tortugas o pájaros, sólo esentendible si se tienen las luces de una espiritualidad indígena en la que lallamada superioridad del hombre y la razón sobre la naturaleza son, felizmente,inexistentes e inimaginables. Los pueblos indígenas pidieron y exigieron un diálogo, con fuerza y firmeza,pero sin violencia. El gobierno envió al ministro Antonio Brack para enterarsede lo que quiereny resolver algunos temas seguramente menores. Cuando el Sr. García y losfuncionarios del capital pensaron y redactaron los decretos legislativos noinvitaron a diálogo alguno y los pueblos interesados no tuvieron ni siquiera laposibilidad de enterarse de lo que les esperaba. Los dirigentes indígenassuspendieron el diálogo pidiendo que vaya una comisión con capacidad dedecisión y no ser "mecidos"; es decir, engañados. El gobierno respondesuspendiendo las garantías constitucionales; en dos palabras, apelando a laviolencia. ¿Diálogo? En esas condiciones no será posible. ¿Hasta cuándo?Los indígenas ya no podrán n reunirse ni hacer manifestaciones. La policía y,tal vez, el ejército después, podrán disparar y si matan no podrán serenjuiciados por que tienen libertad para matar gracias a otra disposición delpropio Alan García. Algunos meses atrás, él les dijo a sus soldados ypolicías "tiren y piensen después". De ese modo, no hay que ser adivinos para suponer que podríamos ver másviolencia y muertes debidamente anunciadas. Sería un grave error suponer que el conflicto amazónico concierneexclusivamente a los pueblos indígenas de la región y que por su pequeñezdemográfica se trataría de algo menor o de poca importancia. Una de lasmuchas consecuencias posibles del surgimiento de un nuevo actor político enPerú es el desafío para los partidos políticos, intelectuales y profesionalesdel país para cambiar sus viejos hábitos coloniales. ¿Cuántos antropólogosy antropólogas nos interesamos y acompañamos a los pueblos indígenas en susluchas? Sólo pocos, muy pocas. ¿Cuántos politicólogos y politicólogas opomposamente llamados cientistas políticos incluyen a los pueblos indígenas ensus análisis sobre Perú? Casi ninguno o ninguna. ¿Hasta cuándo la clasepolítica y la inmensa mayoría de periodistas y los llamados comunicólogosseguirán creyendo que Lima es el Perú y que la democracia se reduce a elegirrepresentantes cada tres o cinco años en las alcaldías, congreso y presidencia de la República? La acción de lasorganizaciones indígenas no es una sorpresa de hoy. Como todos los procesossociales, viene de lejos, la Asociación indígena para el Desarrollo de laAmazonía Peruana, AIDESEP se formó hace 28 años. Frente a la casidesaparición de la izquierda corresponde a las organizaciones indígenasandinas t amazónicas el mérito de defender causas nacionales y mundiales comola defensa de los Recursos, del petróleo, el gas, el agua, y el territoriocomo bienes nacionales, colectivos y públicos; de defender las culturas,lenguas, identidades, biodiversidad, saberes y una nueva espiritualidad librede los graves complejos y traumas de las religiones cristianas y católicas; y,finalmente, de defender formas de autogobierno y libre determinación paraenriquecer la pobre noción de democracia en uso en el país. Por lo expuesto, la solidaridad y apoyo a los pueblos indígenas se impone comoun deber no sólo con ellos sino con el país entero.
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* Rodrigo Montoya Rojas es antropólogo y profesor emérito de la UniversidadNacional Mayor de San Marcos, de Lima. Perú.
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